sábado, 31 de octubre de 2009

WITOLD GOMBROWICZ Y LUIGI PIRANDELLO


JUAN CARLOS GÓMEZ GOMBROWICZIDAS

WITOLD GOMBROWICZ Y LUIGI PIRANDELLO


“Existe cierto parentesco entre yo y Pirandello (el problema de la deformación), y también entre yo y Sartre (en ‘Ferdydurke’ podríamos encontrar más de un presentimiento del incipiente existencialismo), pero de hecho hubiera preferido que no tuvieran mucho en común con mis opiniones. Por si acaso prefiero no parecerme a nadie, aunque la idea sea sólo uno de los elementos del arte (...)”
¿Qué es una idea? E incluso, ¿qué es una visión del mundo en el arte? Por sí mismas no son nada, pueden tener importancia sólo en razón del modo en que han sido percibidas y espiritualmente explotadas, en consideración a la altura a la que han sido elevadas y al resplandor que desde esta altura emanan. Una obra de arte no es cuestión de una sola idea ni de un solo descubrimiento. Es el resultado de miles de pequeñas inspiraciones, el producto de un hombre que se ha instalado en su propia mina y extrae de ella material siempre nuevo”

Había caído en las manos de Gombrowicz, “¿Qué es el hombre?”, de Martín Buber. Descubre, leyendo el libro, que el filósofo utilizaba el concepto del “entre” en el mismo sentido que lo usaba él, entonces se anima y le manda “El casamiento”. Buber le escribió una carta muy cordial en la que le dice que era un experimento audaz y, como tal, más importante que las curiosidades de Pirandello.
Pero también le dice que la tragedia sólo es posible si hay por lo menos dos personas, si existe un antagonismo real entre dos personas diferentes, ajenas una a la otra que, por esa diferencia, se pueden destruir mutuamente. Pero si lo que ocurre, ocurre entre una persona y un mundo cuya existencia está tan solo en el poder de su imaginación, el resultado puede ser irónico o paradójico, satírico o burlesco, todo menos dramático, pues no existe drama donde la resistencia del otro no es real.

Buber piensa que el psicodrama no es un drama porque la otra persona que se encuentra en el fondo del alma, como espejismo o imagen, no es y no puede ser una persona. Los argumentos de Buber no le resultaron convincentes a Gombrowicz. Le contestó que si una persona padece una enfermedad incurable, el drama se realiza entre el enfermo y la enfermedad.
El sueño de “El casamiento” no es el mismo que el de Pirandello, es un sueño sobre la realidad, y los miedos que enfrenta el protagonista provienen de un contacto real con la vida, aunque sea un contacto con personas creadas por su imaginación. Los hombres independientes no existen, y nuestras ideas y sentimientos no vienen de nosotros mismos, se forman entre los hombres, en una esfera peligrosa y poco conocida.

Las obras más sorprendentes de Pirandello, son las teatrales, cuyos protagonistas, profesores, propietarios de pensiones y curas suelen pertenecer a la clase media baja. En estas obras se reflejan las ideas filosóficas del autor, como la existencia de un arraigado conflicto entre los instintos y la razón, que empuja a las personas a una vida llena de grotescas incoherencias; igualmente considera que las acciones concretas no son ni buenas ni malas en sí mismas, sino que lo son según el modo en que se las mira.
Cree que un individuo no posee una personalidad definida, sino muchas, dependiendo de cómo es juzgado por los que entran en contacto con él. Sin fe en ninguno de los sistemas morales, políticos o religiosos establecidos, los personajes de este autor encuentran la realidad sólo por sí mismos y descubren que ellos mismos son fenómenos inestables e inexplicables.

Pirandello expresó su profundo pesimismo y su pesar por la condición confusa y sufriente de la humanidad a través del humor, un humor macabro y desconcertante. La sonrisa que despierta procede de lo embarazoso y de amargo que resulta reconocer los aspectos absurdos de la existencia.
“Seis personajes en busca de autor” lo consagra como uno de los mejores escritores y gracias a esta pieza de teatro es galardonado con el Premio Nobel de Literatura. Su obra marcó una forma diferente de hacer teatro, respecto a los convencionalismos tradicionales. Pirandello le abrió las puertas a muchos otros autores que siguieron la línea existencialista como Anouilh, Sartre, Ionesco o Beckett.

En “Seis personajes en busca de autor”, el público es confrontado con la llegada inesperada de seis personajes durante los ensayos de una obra teatral que insisten en ser provistos de vida, de permitírseles contar su propia historia. Pirandello describe cómo este concepto se le ocurrió en el prefacio de “El juego de los Roles”.
Es un intento inútil del desistió después de darse cuenta que “ya he afligido a mis lectores con cientos y cientos de historias. ¿Por qué los debo afligir ahora narrando las tristes aventuras de estos seis infortunados?”. Los personajes, sin embargo, ya existentes en su mente, eran “criaturas de mi espíritu, estos seis estaban ya viviendo una vida que era de ellos y ya no mía, una vida que no estaba en mi poder negárselas”.

En el mundo de Gombrowicz, que tiene un parentesco innegable con el de Pirandello, recorremos el camino entre el pensamiento y la existencia de diferente manera. El abismo que existe entre la idea y la vida es el hueco que Gombrowicz utiliza para construir su visión del mundo. El conflicto más importante del hombre se produce dentro de nosotros mismos, entre dos aspiraciones fundamentales: el deseo de la forma y la definición, y el rechazo de la forma.
La humanidad siempre tiene que estar definiéndose y, al mismo tiempo, escabulléndose de sus propias definiciones. La realidad no puede ser abarcada tan sólo por la forma pues la forma no está acorde con la esencia de la vida.
“Pero de los Sartre y de los Pirandello me gustaría separarme por otros motivos, por motivos de naturaleza social y mundana (...)”

“En las especiales condiciones de nuestra convivencia polaca, ocurre con demasiada frecuencia que alguien, sirviéndose de estos nombres famosos, trata de menospreciarme e, hinchándose de Sartre y de Pirandello, dice con displicencia: Gombrowicz. Y esto es lo que yo no puedo aceptar en este diario, que es un diario privado, donde se trata siempre y únicamente de mis asuntos personales, donde lo que pretendo es defender a mi persona y conseguirle un lugar entre los hombres (...)”
“En opinión de todos estos despistados expertos polacos, lo que me pierde es precisamente el hecho de que exista cierta concomitancia entre yo y el modo de pensar de Sartre y de Pirandello. Se considera, por tanto, que yo quiero decir lo mismo que ellos, que echo abajo puertas abiertas, y que si a pesar de esto digo algo diferente sólo es porque soy más torpe, menos serio y también más confuso (...)”

“Les parece, por ejemplo, que mi percepción de la forma, con todas sus consecuencias prácticas, no es nada nuevo bajo el sol, y creen que mi crítica al arte no es más que una extravagancia frívola, maliciosa y llena de caprichos; con la presunción propia de los snob (porque un snob es presumido no en virtud a su propio valor, sino porque conoce a alguien que posee ese valor) no se tomarán la molestia de averiguar cuál es la lógica interior de mis reacciones (...)”
“Su alma servil estará encantada cuando consiga apoderarse de la mía y hacer de ella una sirvienta, un imitador humilde y torpe de aquellos espíritus soberanos”
El intento por definir la insuficiencia de la forma es un pensamiento que se convierte en forma y sólo confirma nuestra inclinación por ella.

“Así que toda nuestra dialéctica –ya sea filosófica o ética– se desarrolla sobre el fondo de un infinito que podemos denominar forma incompleta y que no es ni oscuridad ni claridad, sino precisamente una mezcla de todo, fermento, desorden, impureza y azar (...) Al proclamar por todas partes el principio de que el hombre es superior a sus obras, os ofrezco la libertad, tan necesaria hoy en día a nuestra alma retorcida (...)”
“Ser artista no es nada serio, no es una profesión ni una posición social (...) No olvidemos que un poeta es un ser secreto, nocturno, casi subterráneo, que un artista tiene alma de murciélago, de rata, de topo y de mimosa”
No es tan fácil saber a qué atenerse sobre los hombres de letras y los libros leyendo a Gombrowicz pues, al parecer, tal como presenta las cosas, daría la impresión de que tienen valor y de que no tienen valor al mismo tiempo; debemos poner esta paradoja en términos más compresibles.

Por más que Gombrowicz se rompa la cabeza, la escritura, también la suya, es una forma, y la forma, por más que el artista se disfrace de murciélago, de rata, de topo o de mimosa, no puede abarcar los intríngulis que nos presenta la existencia, impenetrable para la forma, como una piedra es impenetrable al agua.
“Me puedo defender de ello sólo y únicamente definiéndome a mí mismo, definiéndome constantemente y sin cesar. Tendré que seguir definiéndome hasta que por fin el más lerdo de los expertos se fije en mi presencia. Mi método consiste en lo siguiente: poner en evidencia mi lucha con los hombres, también con Sartre y con Pirandello, por mi propia personalidad, y aprovechar todos los conflictos personales que surjan entre yo y ellos para definir cada vez más claramente mi propio yo”


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