WITOLD GOMBROWICZ Y SUS SITIOS EN LA WEB
Existen cuatro sitios en la web creados y financiados por sus curadores que se ocupan de Gombrowicz. “El ortiba” del “Gran Ortiba”; “Sitio oficial” de la Vaca Sagrada; “Ferdydurke” y “Cinosargo” del Perro 1. El “Sitio oficial” es el más estructurado de los cuatro sitios, la viuda ha puesto mucho esmero en su desarrollo y además cuenta con el patrocinio del estado polaco.
En este sitio de la web existen consejeros de primera, consejeros de segunda y traductores que integran el club de gombrowiczidas y ocupan lugares de jerarquía. Una de las características más señaladas de Gombrowicz, casi no es necesario mencionarlo, es el conflicto. “Permanecía entre los adultos y les hacía preguntas sobre los diversos temas relacionados con el país visitado (...)”
“Fue quizá a raíz de tales ocasiones como nació en mí el amor por las novelas de viajes. En el instituto Kostka, mi lectura favorita eran los libros de Karl May”. Karl May, el novelista émulo de Julio Verne, fue sometido a juicio por haber contado sus fantásticos viajes por el mundo, por relatar sus aventuras en las praderas norteamericanas sin haber abandonado nunca, en la realidad, su Baviera natal.
Por ese hecho, May afrontó casi veinte años de juicios. La realidad jurídica no podía permitirse esas fugas del alma hacia las regiones de lo imaginario. No podía permitirse mundos a los que huir, lugares ideales, aunque falsos, donde la atormentada alma germana pudiera encontrar refugio. El mundo atormentado e imaginario de Karl May parece que asomara la cabeza en un cuento al que Gombrowicz llamó “Aventuras”.
Es un relato fantástico sobre la naturaleza y la forma del encierro, del miedo y especialmente del conflicto, pero lo es más bien como un acontecimiento exterior. Unas aventuras cuyas variaciones son mecánicas y automáticas, y ajenas a los fenómenos psíquicos y a las concepciones morales. Sin moverme del escritorio yo también he tenido aventuras con gombrowiczidas provenientes de todas las partes del mundo.
Estas aventuras tienen cierta analogía con las que Gombrowicz corre con un negro acomplejado y con unos chinos leprosos en “Aventuras”. Mis relaciones con un consejero sueco de segunda y con un consejero polaco de primera del “Sitio oficial”, el Enano Cabezón y la Vaca respectivamente, ponen de manifiesto que mi persona, igual que la de Gombrowicz, está perseguida por el conflicto.
Las primeras imágenes que se me formaron sobre los suecos estaban relacionadas con el gran tamaño de las personas nacidas en Suecia, con la dinamita, con el premio Nobel y con casi nada más. Aún hoy, pasado el tiempo, a pesar de que la información y la cultura que fui adquiriendo con los años modificaron en parte esas primeras imágenes, sigo conservando más o menos las mismas nociones.
Son nociones que desarrollé en mi juventud respecto a estos representantes de los pueblos nórdicos. El premio Nobel es el símbolo más sobresaliente de esta mezcla caprichosa que se me hizo tempranamente en la cabeza pues su presencia en el tiempo se renueva todos los años así como también se renuevan los elogios y los epigramas que tejen a su alrededor los hombres eminentes de todas las partes del mundo.
Mis contactos con los suecos han tenido un tono dispar, pero siempre negativo. En el año en que se publicó “Cartas a un amigo argentino” apareció por Buenos Aires el máximo especialista sueco en los asuntos de Gombrowicz. El día que lo conocí enseguida me di cuenta que su figura no se correspondía en absoluto con las imágenes que me había formado en mi juventud sobre los habitantes de los pueblos nórdicos, era en cambio parecido a un muñeco letal.
Cuando el Enano Cabezón empezó a hacerme reproches por la publicación de las cartas que me había escrito Gombrowicz sin la autorización de la Vaca Sagrada lo sermoneé severamente con mi índice acusador. La polémica que sostuve con el Enano Cabezón se puso castaño oscuro y si no hubiese sido por la providencial intervención mediadora de la Madame du Plastique quién sabe lo que hubiera ocurrido.
Antes de ocuparme de la Vaca, el consejero polaco de primera del “Sitio oficial” vamos a ver cómo Gombrowicz desarrolla sus conflictos con el hombre de color acomplejado y con los chinos leprosos en “Aventuras”, uno de sus cuentos más logrados. En el mes de septiembre de 1930 cuando el protagonista navegaba rumbo a El Cairo se cayó en las aguas del Mediterráneo.
Los tripulantes advirtieron su caída pero el barco ya se había alejado un kilómetro, el capitán se puso muy nervioso y ordenó un regreso a toda marcha. Pero el regreso adquirió tanta velocidad que cuando el gigante llegó donde estaba el protagonista no se pudo detener. El navío volvió a dar la vuelta pero otra vez lo volvió a pasar como un tren a toda velocidad.
Esta maniobra se repitió diez veces hasta que un yate privado se acercó y lo recogió, mientras el otro barco retomaba su ruta. Por casualidad descubrió que el capitán del yate tenía el rostro y los pies blancos pero era negro. El capitán se puso furioso cuando lo descubrió, lo hizo atar, lo encerró en un camarote y empezó a alimentar un odio ilimitado contra Gombrowicz.
Era la única persona en el mundo que había descubierto su secreto: era un negro blanco. Durante los ocho meses siguientes navegó sin parar y se deleitó con el poder absoluto que le proporcionaba el tenerlo encerrado en un camarote oscuro. Un día, finalmente, lo condujo al puente del yate y el protagonista se preparó para morir. Fue colocado en el interior de un recipiente de cristal en forma de huevo.
Podía mover los brazos y las piernas pero no cambiar de posición. El Negro le enseñó el mapa del océano Atlántico y le señaló con precisión la ubicación del yate, estaban en el centro del mar, entre España y México. En esa zona marítima las corrientes eran circulares, si algo caía al agua, al cabo de un tiempo, después de un viaje de circunvalación, volvería a pasar por el mismo lugar.
Lo equiparon con tres mil comprimidos de caldo que le alcanzaban para vivir diez años, con un pequeño instrumento para destilar agua, y lo tiraron al océano. Como las paredes del huevo eran de cristal observaba todo lo que pasaba en el exterior. Bajo la superficie del mar había una calma verdosa, pero arriba el mar estaba muy agitado, finalmente estalló una tormenta y se levantaron olas gigantescas.
El Negro lo siguió un par de semanas, después se aburrió y tomó otro rumbo. El protagonista tenía ganas de aullar pero se puso a cantar ya que el desencadenamiento de los elementos marítimos lo predisponía al canto. Un barco francés inadvertidamente lo atropello, rompió el cristal del huevo y lo rescató, habían pasado unos años desde que el Negro lo tirara al océano.
Cuando Gombrowicz desembarcó en Valparaíso se escondió, estaba convencido de que el Negro lo había seguido, había disfrutado mucho de él y no iba a renunciar a ese placer. El protagonista atravesó el mundo huyendo, finalmente le pareció que el lugar más seguro era Islandia. Pero ya en el puerto apareció el Negro, lo atrapó y lo condujo inmediatamente al yate.
Después de largos meses de prisión sofocante pudo respirar nuevamente el fresco del aire marítimo en el puente de popa. Vio una enorme bola de acero cuya forma recordaba a la de un obús, abrieron una portezuela lateral del artefacto y lo arrojaron a su interior donde había un pequeño saloncito. Se encontraban en el Pacífico, en el punto del abismo oceánico más profundo del mundo.
El Negro tenía curiosidad por saber qué existiría en el fondo del mar al que vería con su imaginación adivinando lo que estaría mirando el protagonista moribundo. El peso de la bola de acero había sido mal calculado y cuando la tiraron al agua no se hundió, entonces el Negro ordenó que le engancharan un ancla pesada. El protagonista fue arrojado al mar y comenzó a descender.
Al final de un viaje de dos horas sintió una ligera sacudida, había tocado fondo. Pasó el tiempo y no pudiendo resistir más, comenzó a dar golpes en todas las direcciones. Aquella locura estéril provocó seguramente algún movimiento en el exterior de la bola de acero, y la cadena arruinada por la herrumbre se rompió. El hecho es que la bola empezó a ascender aumentando a cada minuto su velocidad.
Salió disparada como un proyectil a un kilómetro de altura sobre la superficie del mar. El obús fue abierto por la tripulación de un barco mercante, mientras tanto el Negro había desaparecido. Hicieron escala en el puerto de Pernambuco desde donde el protagonista partió para Polonia. En ese mismo período un gigantesco bólido había caído sobre el mar Caspio y las aguas se evaporaron en un instante.
Las nubes que se formaron cubrieron la tierra amenazando con producir un segundo diluvio universal. Finalmente alguien tuvo la idea de perforar una nube que se encontraba encima del lecho del mar Caspio en la parte más ventruda y la nube empezó a desaguar. Cuando el mar Caspio se vació por completo otras nubes ocuparon su lugar y, mecánicamente, en forma automática entregaron el agua y reconstituyeron el mar.
En su casa de campo de Polonia, Gombrowicz descansaba y se entretenía para pasar el tiempo. El Negro había desaparecido, el otoño se acercaba. Por mera diversión empezó a construir un globo aerostático tipo Montgolfier. Una mañana, después que lo tuvo terminado, encendió la llama de la lámpara y empezó a ascender. Voló sobre el bosque y sobre el río, desde abajo la población lanzaba gritos jubilosos.
Cuando llegó a una altura de cincuenta metros apagó la mecha y empezó a descender. Aterrizó en un patio en el que lo recibieron con risas y bravos. Interrumpieron la merienda y lo invitaron a tomar café, queso y pastelillos. El protagonista les propuso que uno de ellos podía subir a la cesta y volvió a encender la llama. La pasajera que subió le proporcionaba una alegría íntima mucho mayor que el globo mismo.
Por primera vez en la vida Gombrowicz sentía que estaba perdiendo el juicio mientras la joven lo escuchaba con atención. A pesar de que es bien sabido que las mujeres aman las historias novelescas, no se atrevió a contarle nada de las aventuras que había tenido con el Negro... Llegó el día del cambio de anillos... Luego empezó a acercarse también el día de la boda.
Pero una semana antes de la fecha del casamiento, cuando el protagonista se sentía penetrado por el secreto y el escalofrío jubiloso del tiempo prenupcial, se le ocurrió hacer un paseo en globo durante un día de tormenta. La tormenta fue tan grande que lo arrastró con fuerza diabólica. Después de varias horas, al levantarse el telón del alba, vio que debajo de él se agitaban las olas del Mar Amarillo.
Se despidió por dentro de los abedules y de los ojos de su amada y se abrió dócilmente a las pagodas contrahechas, a los bonzos y a las divinidades extrañas. Cuando descendió de la cesta se le acercó gritando un chino leproso. Tocó con sus manos la piel pustulosa y lo condujo hacia unas cabañas miserables que se veían a lo lejos. Todos los habitantes de la aldea eran leprosos.
A pesar de su condición lamentable aquellas personas no tenían nada que ver ni con la modestia ni con la humildad. El protagonista se alejó al instante de aquel pueblo pero la chusma lo seguía a cierta distancia. Los amenazó con los puños en alto y desaparecieron, pero un momento después lo volvieron a seguir. La isla donde había caído ocupaba poco más de unos quince kilómetros cuadrados.
Estaba desierta y buena parte de ella era boscosa. El protagonista caminaba acelerando el paso pues sentía detrás de él la presencia de esa chusma, de unos monstruos anhelantes. No sabiendo bien que hacer ni a que santo encomendarse se internó en la espesura de la selva pero ellos le pisaban los talones. No podía comprender qué es lo que quería esa chusma roñosa.
Tenía la misma sensación que se apodera de las mujeres cuando los vagabundos maleducados las importunan en la calle, primero persiguiéndolas y después permitiéndose bromas de mal gusto y palabras soeces, hasta que las pobres se veían obligadas a huir con la cabeza baja. Si bien ignoraba la causa de la excitación de esos leprosos, eran evidentes sus demostraciones de obscenidad, de impudicia y de lascivia.
Tanto en los monstruos machos con su dura brutalidad, como en las monstruosas hembras con su diversión maliciosa, estas demostraciones de obscenidad lasciva no podían significar otra cosa que inocencia o inmadurez. El protagonista hubiese aceptado la lepra, pero la lepra y el erotismo a la vez, no los podía aceptar. Estaba enloquecido y empezó a huir rápidamente.
Se escondió en la fronda de un árbol con un garrote en la mano dispuesto a romperle la cabeza al primero que se acercara. Durante dos meses llevó en la isla una vida de mono escondiéndose en la cima de los árboles. Finalmente, por azar, descubrió unas cuantas botellas de petróleo provenientes, posiblemente, de algún naufragio. Logró inflar nuevamente el globo y levantar vuelo.
Se preguntaba qué podía hacer cuando volviera a ver los abedules y los ojos de la mujer amada. No, no le era posible volver, tenía que abandonar todo aquello que ya lo había abandonado a él. “Por otra parte nuevas aventuras reclamaron muy pronto mi atención. Recuerdo que en 1918 fui yo, yo solo, quien rompió el frente alemán. Como es de todos sabido, las trincheras llegaban hasta el mar (...)”
“Se trataba de un verdadero sistema de canales profundos que tenían una longitud de hasta quinientos kilómetros. Sólo a mí se me ocurrió la sencilla idea de inundar los canales. Una noche trabajé a escondidas, cavé un foso que comunicó los canales con el mar. Al penetrar ininterrumpidamente, el agua inundó las trincheras y corrió por toda la línea del frente (...)”
“Con gran estupor los aliados vieron a los alemanes, empapados hasta los huesos, saltar fuera de las fosas enloquecidos de pánico, cuando despuntaban las primeras luces de un amanecer brumoso”. Gombrowicz siente a sus tres debuts, el de Polonia, el de la Argentina y el de polaco emigrado, como la presencia de un archienemigo, y a su cuarto debut con el “Diario”, como una espada flamígera.
“Aventuras” es un cuento en el que Gombrowicz también deja sentir la presencia de un archienemigo y la posibilidad de una salvación. Sea por el temperamento, sea por razones históricas, o sea por lo que fuere, a los polacos les gusta protestar. Gombrowicz conocía a un polaco que solía sumirse en profundas meditaciones. Luego, al volver en sí, recitaba una letanía.
Lameculos, cerdos, cerdas, comemierdas, todos son la misma porquería; –¿En qué piensas?; –En los polacos, claro. Si bien es cierto que la Vaca no es un representante puro de la idea que tiene este polaco sobre los polacos, algún parecido tiene. “Pero, ¿para qué?, si ni siquiera sé si recibes mis cartas. Tienes la conducta de una persona de malos modales (...)”
“Una persona que no tiene ningún interés en mantener una correspondencia conmigo, pero te disculpo, porque la idea que me hago de vos es equivalente a la de una Vaca que la mandan fuera de Polonia a comer pasto y cuando regresa la ordeñan hasta dejarla exhausta. Supongo que a estas horas tus ubres no deben dar abasto”. La Vaca es un insigne profesor de la Universidad Jaguellónica de Cracovia.
Crítico e historiador de la literatura este especialista en Gombrowicz despliega una gran actividad por el mundo entero. Visitó la Argentina en el año 1998 buscando rastros de Gombrowicz y en el 2004, el año del centenario, para participar del homenaje que le hicimos en la Feria del libro. La Vaca ha alcanzado una gran maestría en el arte de no decir nada.
Posee una gran maestría en el arte de decir algo y todo lo contrario al mismo tiempo, cosa que se me hizo muy evidente cuando leí “El drama del ego en el drama de la historia”, un texto que la Corifea puso en mis manos y ante el que estaba arrodillada con la devoción de una adoratriz. La Vaca tiene mucho talento para ponerle títulos a sus textos, el “El drama del ego en el drama de la historia”, por ejemplo.
El punto de partida de las especulaciones que hace en este trabajo es que el drama de Gombrowicz está adentro, es decir, en la psique, pero también afuera, es decir, en la historia del siglo XX, que el drama de Gombrowicz está en la lectura de su teatro, pero también en su escenificación. Promediando su análisis nos advierte que esta divergencia no es tan radical como pudiera parecer.
En efecto, la convergencia se produce en la esfera del drama familiar donde lo de adentro y lo de afuera son más o menos la misma cosa porque la familia es un sistema social íntimo y, al mismo tiempo, una miniatura del macromundo social. Acto seguido le aplica a las tres piezas teatrales de Gombrowicz la trinidad consagrada de Freud: el yo, el super yo, y el ello.
Aplica la trinidad consagrada de Freud para mostrarnos cómo una y la misma cosa puede estar en la psique y también en la historia al mismo tiempo, de donde deduce que el drama es psicológico, pero también antropológico, que el aherrojamiento de Gombrowicz estaba en la esfera del yo, pero también estaba en la miniatura del macromundo social.
Yo supongo que en la medida en que la Vaca siga obligándose a complacer a públicos tan diferentes va a resultar cierto lo de que una cosa puede ser A y no A al mismo tiempo. La Vaca, conocido en Polonia como el científico de Cracovia por sus aportes literarios continuos y cuidadosamente elaborados, tiene también inclinaciones donjuanescas.
No basta para conformar estas inclinaciones que sea profesor de filología, debe haber en él una predisposición amatoria, probablemente genética, que lo orienta para ir detrás de estas aventuras. Desde el mismo comienzo de nuestra relación epistolar tuve sospechas de que la Vaca corría tras las jóvenes estudiantes como los faunos seductores corren en el bosque tras las campesinas.
“Es una generación mucho más joven y quisiste entrar en la Corifea con una llave equivocada, a mí me resulta más fácil porque siento mejor su estilo y el de su generación, además de que, como ya te escribí, tengo un buen contacto con las chicas, aunque no lo quieras creer. Puede ser por eso que trabajo en la universidad y tengo con esa gente un contacto diario (...)”
“Mi ventaja es que puedo vivir entre chicas muy lindas, con la belleza de la juventud. Sí, sí, podés tener envidia de mí por mis jóvenes”. Es muy útil descubrir los vicios asociados a los hombres de letras pues nos orientan en el recorrido de los laberintos del mundo que construyen en sus escritos. En la actualidad estoy empeñado en ponerle el punto final a los estudios que he emprendido sobre la Vaca.
Quiero descubrir cuál es la verdadera personalidad de la Vaca y su vicio más característico. Durante un tiempo prolongado la Vaca recorrió el camino de la heurística, de la exégesis y de la hermenéutica, completando el trayecto que va del descubrimiento a la explicación. Finalmente se convirtió en un santo que intenta guiarnos en el camino hacia Gombrowicz.
En “Gombrowicz hacia Europa” la Vaca formula cinco interrogantes que responde con un sí y con un no a cada uno de ellos, utilizando el mismo procedimiento que ya había aplicado en “El drama del ego en el drama de la historia”. ¿Podemos entrar a Europa de la mano de Gombrowicz? ¿Se convertirá Gombrowicz en el vate nacional como Mickiewicz? ¿es Gombrowicz un hombre de izquierda o de derecha?
¿Es católico, comunista o existencialista? ¿Podemos estar a la altura de Gombrowicz? La Vaca va ajustando las cuentas conmigo poco a poco. En “Espiando a Gombrowicz” se refiere a mí de manera más o menos desdeñosa. “Pero... la maldición de Gómez es la de que no se nos mostró como un verdadero artista y sólo brilla con la luz que refleja en Gombrowicz (...)”
“Estaría contento si consiguiera para sí mismo la fama y los aplausos que consiguió Gombrowicz en forma auténtica, pero esos materiales no le alcanzan para una túnica real. ¿Podrías arrodillarte delante de mí y llamarme genio?, me propuso este juego al estilo Gombrowicz. El juego es una cosa buena pero después de un rato renace la necesidad de algo más serio (...)”
“Gómez, no sólo se enamoró de Gombrowicz, también tomó de él el deseo de la celebridad y de la grandeza pero sin la determinación y la fuerza creativa necesarias. Este alumno sabe imitar el gran gesto del maestro pero ese gesto vacío es como el duelo del ‘Transatlántico’”. El domingo que siguió al día de nuestras exposiciones en la Feria del Libro del año del centenario, nos encontramos en lo de Madame du Plastique.
La Madame homenajeó a los tres ponentes con un almuerzo en dio en su casa de San Isidro. Yo exclamé que en tanto que representante de Gombrowicz en la tierra le exigía a la Vaca que se arrodillara delante de mí y me llamara genio. Me había dicho que sólo lo haría, cuando se lo pedí por primera vez en 1998, en el momento que yo me manifestara como escritor con una obra.
El momento había llegado, pero la pobre Vaca estaba cansada con tanto trajín y con el viaje, y en vez de arrodillarse y de llamarme genio, se durmió.
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LA IDENTIFICACIÓN DE LOS APODOS Y DE LA ACTIVIDAD
ABANDERADO; Eduardo Belgrano Rawson; escritor
ABEJA REINA; María Esther Vázquez; editora de la Fundación Victoria Ocampo
ACTRIZ; Fernanda García Lao; escritora y actriz
ALEMÁN; Enrique Wendt; amigo de Gombrowicz
ALEMANA PSICOPÁTICA; Karin Ranitzsch; psicóloga
ACEITOSO; Marcelo Damiani; escritor
ALFAJOR; Juan Forn; escritor
ALTER EGO; Carlos Mastronardi; escritor
ASEADO; Enrique Lynch; escritor
ASIRIOBABILÓNICO METAFÍSICO; Jorge Luis Borges; escritor
AVECHUCHO; Omar Ospina García; editor de Búho
ASNO; Jorge Di Paola; escritor
BEDUINO; Leopoldo Allub Mansur; sociólogo
BENEVOLENTE; Noé Jitrik; escritor
BESTIA CATALANA; Beatriz de Moura; editora de Touquest
BIBLIOTECARIO; Michal Jagiello; bibliotecario
BOXEADOR AMATEUR; Abelardo Castillo; escritor
BOXITRACIO; Juan Terranova; periodista
BUCANERO; José Tono Martínez; tutti frutti
BUEN SAMARITANO; Daniel Gigena; tutti frutti
BUEY CORNETA; Alan Pauls; escritor
BUHONERO MERCACHIFLE; Miguel Grinberg; periodista
BURÓCRATA; Tomasz Pindel; director del Instituto del Libro de Polonia
BURRO; Pablo Gasparini; escritor
CACATÚA; Héctor Manjarrez; escritor
CAGAMÁRMOLES; Francesco Cataluccio; escritor
CAMALEÓN; Eugeniusz Noworyta; embajador de Polonia
CARA DE ÁNGEL; Pablo Chacón; escritor
CASANOVA; Daniel Guebel; escritor
CASTOR; Araceli Otamendi; escritora
CEBOLLITA; Rafael Cippolini; editor de Ramona
CIENTÍFICO FASCISTA; Zdzislaw Jan Ryn; embajador de Polonia
COCOT; Beatriz Sarlo; escritora
COLIFATA; Beata Fabjanska; diplomática
CONDESA; Cecilia Benedit de Debenedetti; editora musical
CONSIGLIERE; Ana Quiroga; la seductora del MALBA
CONTRAHECHO; Pablo Urbanyi; escritor
CORIFEA; Klementyna Czernicka; escritora
CORIFEO; Louis Soler; tutti frutti
CORNELIO; Guillermo Saavedra; editor de Losada
CORTESANA; Justyna Myszkowska; bibliotecaria
CRUCIFICADA; Mirta Bogdasarián; actriz
CUADRUMANO; Santiago Vega (Washington Cucurto); escritor
CUENTAMUSAS; Nicolás Hochman; editor de Prometheus
CULPABLE; Czeslaw Straszewicz; escritor
DALÍ SELVÁTICO; Carlos Yusti; escritor y pintor
DANDY; Adolfo Bioy Casares; escritor
DOLCE; Gabriella D’Ina; editora de Giangiacomo Feltrinelli
DON NADIE: Pablo Miravent: bloggero
DRAMATURRO; Humberto Riva; dramaturgo
ENANO CABEZÓN; Anders Bodegard; escritor y traductor
ENCANTADORA PRINCESITA; Ada Lubomirska; amiga
ENTERRADOR; Damián Tabarovsky; editor de Interzona
ESPERPENTO; Alejandro Rússovich; discípulo de Gombrowicz
ESQUIZOIDE; Rodolfo Rabanal; escritor
FARSANTE AMBULATORIO; Juan Pablo Correa; periodista editor de Negra
FILÓLOGA; Silvana Mandolessi; filóloga
FILÓSOFO PAYADOR; Juan José Saer; escritor
FINADA: Alicia Giangrande; pintora
FLAUTA TRAVERSA; Juana Emilia Molina; escritora
FLOR DE QUILOMBO; Mariano Betelú; pintor y amigo de gombrowicz
FRANCOTIRADORA; Laura Estrin; escritora
GALLEGA MICIFUZA; Agata Podemska; filóloga
GANSO; Gabriel Báñez; escritor
GATH Y CHAVES; Milton Eugenio Rodríguez; escritor
GEMELOS PIMENTONES; Lech y Jaroslaw Kaczynski; presidente y primer ministro de Polonia
GNOMO PIMENTÓN; Germán García; tutti frutti
GOMA; Juan Carlos Gómez; escritor
GRAN ORTIBA; Horacio Sacco; editor de “El ortiba”
GUITARRÓN; Luis Chitarroni; escritor y editor de Sudamericana
HÁBIL DECLARANTE; Christopher Domínguez Michael; escritor
HASÍDICO; Dominique de Roux; editor y escritor
HERRERO; Jorge Herralde; editor de Anagrama
HIERÁTICA; Mercedes Güiraldes; editora de Emecé
HIJA DEL DUEÑO; Soledad Costantini; directora de “El hilo de Ariadna”
HIPOPÓTAMO; Freixa Terradas; escritor
HOMBRE QUE CAZABA MARIPOSAS; Bohdan Zadura; editor de Tworczosc
HOMBRE UNIDIMENSIONAL; Rodolfo Fogwill; escritor
HOMÚNCULO; Alejandro Vaccaro; presidente de la Sociedad Argentina de Escritores
HORMIGUITA VIAJERA; Gabriela Franco; editora de Norma
IDIOTA; Víctor Coral; escritor
INDIECITO; Roberto Santucho; jefe del ERP
INGENIERO FIREIRE; Juan Carlos Ferreyra; ingeniero
INICIÁTICO: Sergio Chejfec; escritor
LADRÓN DE GALLINAS; Álvaro Mata Guillé; tutti frutti
LARGUIRUCHO; Grzegorz Pacek; cineasta
LECHUGUINO; Juan Carlos Vidal; director del Instituto Cervantes
LENTEJA; Piotr Sommer; editor de Literatura na swiecie
LICENCIADO VIDRIERA; Enrique Butti; escritor y periodista
MADAME DU PLASTIQUE; María Swieczewska; química
MAESTRO CIRUELA; Carlos Roberto Morán; escritor y periodista
MAFIOSO; Cristián Costantini; sociólogo
MALQUERIDO; Guillermo Matínez; escritor
MALTRATADO; Rafael Toriz; escritor
MANCO; Guillermo Saccomanno; escritor
MARIPOSÓN; Nestor Tirri; periodista
MEDUSA; María Elena Lorenzin; escritora
MEJILLONA; Guadalupe Salomón; tutti frutti
MENTECATO; Hugo Savino; escritor
MONO RELOJERO; Patricio Burbano; escritor y cineasta
MORO; Manuel Ramos Montes; escritor
MUDA; Malgorzata Nycz; editora de Wydawnictwo literackie
MUDO; Jorge Panesi; crítico literario
MUÑECO LETAL; Noé Jitrik; escritor
NADA; Eduardo Berti; escritor
NEGROIDE PIQUETERO; Damián Ríos; escritor y editor de Interzona
NÉMESIS; Ewa Zaleska; traductora
NIÑO RUSO; Sergio Pitol; escritor
ODALISCA; Anieszka Babicz; filóloga
ORATE BLAGUER; Enrique Vila-Matas; escritor
ORATE EMPOBRECIDO; Miguel Villafañe Campos; editor de Santiago Arcos
OSO; Jerzy Lisowski; editor de Tworczosc
PACIENTE; Eduardo González Lanuza; escritor
PADRE; Rodolfo Alonso; poeta
PADRINO; Eduardo Costantini; capo de tutti capi del Malba
PATO CRIOLLO; César Aira; escritor
PATRIARCA DE LOS PÁJAROS; Osvaldo Bayer; escritor
PAVO; Ricardo Nirenberg; escritor
PEGAJOSO; Franco de Peña; cineasta
PEQUEÑO K; Rajmund Kalicki; traductor, escritor y editor de Tworczosc
PERDULARIA; Izabela Kaluta; tutti frutti
PEROGRULLO; Carlos Brück; psicoanalista
PERVERSO; Edgardo Russo; editor de El cuenco de plata
1. PERRO; Daniel Rojas Pachas; escritor, editor de “Cinosargo”
PERRO DOS; Conrado Arranz; escritor
PIADOSO; Czeslaw Milosz; escritor
PÍCARO; Marcelo Cohen; escritor
PITECÁNTROPO; Stanislaw Stefan Paszczyk; embajador polaco
PITOLINA; Adriana Astutti; editora de Viterbo
POETISA PIQUETERA IMPENITENTE; Tamara Kamenszain; escritora
PONCIO PILATOS; Carlos Echinope; editor de Letras Uruguay
PORCUS HUNGARICUS; Mihály Dés; editor de Lateral
PRETEXTO; Manuel Borrás; editor de Pre-textos
PRIMA; Krystyna Rodowska; escritora
PRIMER CÓMPLICE; Jeremi Stempowski; tutti frutti
PRÍNCIPE BASTARDO; Konstanty Jelenski; tutti frutti
PROHOMBRE; Hugo Beccacece; periodista
PROTOSERES; los editores
PTERODÁCTILO; Ernesto Sabato; escritor
PULGÓN; Santiago Alonso; lector
RÉGISSEUR FANFARRÓN; Jorge Lavelli; régisseur
REINA DE LA ONOMATOPEYA; Muriel Bellini; tutti frutti
REVÓLVER A LA ORDEN; Tomás Abraham; escritor
ROSADO; Nicolás Rosa; escritor semiótico
SECRETARIO; Arnol Kremer; escritor
SEDUCTORA IMPENITENTE; Adriana Fernández; editora de Emecé
SOCIALISTA; Alberto Díaz; editor de Planeta
TÁNTALO; Guido Indij; editor de Interzona
TERRORISTA; Adrzej Czub; cónsul de Polonia
TIMBRE; Zdzislaw Jan Ryn; embajador de Polonia
VACA; Jerzy Jarzebski; tutti frutti
VACA SAGRADA; Rita Gombrowicz; viuda
VASCA; Sylvia Iparraguirre; escritora
VATE MARXISTA; Ricardo Piglia; escritor
VIEJO VATE; Henryk Bereza; crítico poeta
ZORRA; Laura Isola; periodista
ZORRO; Slawomir Ratajski; embajador de Polonia
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