viernes, 16 de octubre de 2009

WITOLD GOMBROWICZ Y PEDRO CALDERÓN DE LA BARCA


JUAN CARLOS GÓMEZ GOMBROWICZIDAS

WITOLD GOMBROWICZ Y PEDRO CALDERÓN DE LA BARCA

“Los días vividos a la sombra de aquel terrible enigma del sueño me introdujeron en regiones espirituales hasta entonces desconocidas y que no hubiera alcanzado con facilidad por caminos normales. Me pusieron en contacto con el misterio, con la máscara, me revelaron el poder de los significados ocultos del sueño, me arrancaron de la rutina de lo cotidiano para precipitarme en el pathos, en el drama de nuestra verdadera situación en el mundo. Esos descubrimientos casi oníricos me mostraron un lenguaje sibilino y poderoso, al que luego recurrí con gran frecuencia en mis obras literarias posteriores”
Gombrowicz buscó en la música, en la filosofía y en los sueños una compensación para el desorden interior que lo amenazó desde su más temprana juventud. Igual que Freud, le daba una gran importancia a la sexualidad y a los sueños.

Sobre los sueños pensaba que nada en el arte, ni siquiera los más inspirados misterios de la música, puede igualar al sueño. El sueño nos parte en trozos la vigilia y la vuelve a armar de otra manera, y esta sombra de la vigilia está cargada de un sentido terrible e inescrutable. El artista tiene que penetrar la vida nocturna de la humanidad y buscar en ella sus mitos y sus símbolos.
El arte debe imitar al sueño, tiene que destruir la realidad, partirla en trozos y construir un mundo nuevo y absurdo. Cuando destruimos el sentido exterior de la realidad nos internamos en nuestro sentido interior, una oscuridad con la claridad de la noche. En los escritos de Gombrowicz hay tres cosas que nunca faltan: la sexualidad, el humor y los sueños.

Estos componentes pesan de una manera diferente en cada una de sus obras. Podemos afirmar que entre su primera y su última obra la sexualidad sigue una línea ascendente, el humor una descendente y los sueños una constante. Hay personas que sueñan con desaparecer, otras que sueñan con ser invisibles, hay muchos sueños, la pasión predominante de Gombrowicz era duplicarse, triplicarse, cuadruplicarse.
No es extraño, pues, que luego de tantas fragmentaciones se haya querido sintetizar a toda costa convirtiéndose en un campeón de los sueños y de la entronización del yo, tanto que en “Yo y mi doble” sueña con su propio ectoplasma. “El casamiento” es una obra oscura, sonámbula, extravagante; ni yo mismo sabría descifrarla por entero, tanta sombra hay en ella”

Gombrowicz empezó “El casamiento” durante la guerra con el propósito de escribir la parodia de un drama genial como Shakespeare en cuanto al estilo y como Calderón de la Barca en cuanto a los sueños. Pedro Calderón de la Barca, dramaturgo y poeta español, es la última figura importante del siglo de oro de la literatura española. Fue soldado en la juventud y sacerdote en la vejez, lo que era bastante habitual en la España de su tiempo.
En sus años jóvenes su nombre aparece envuelto en varios incidentes violentos, como una acusación de homicidio y la violación de la clausura de un convento de monjas. En vida fue un autor respetado por todos y rara vez aparece mezclado en las violentas polémicas literarias de sus compañeros de letras. Después de la muerte de Lope de Vega fue reconocido como el dramaturgo más importante de su época.

Sus dramas se dividen en dramas religiosos, trágicos o de honor, y filosóficos. Entre los religiosos se destaca “El mágico prodigioso”, que tanto entusiasmó a los románticos alemanes, especialmente a Goethe que no lo perdió de vista en ningún momento mientras escribía su “Fausto”. El más conocido de los dramas filosóficos de Calderón es “La vida es sueño”, una de las obras de la literatura española de valor universal.
Su complejidad, como ocurre con tantas obras maestras, ha dado lugar a infinidad de interpretaciones. La idea central del drama cuenta con una historia larga, variada e ilustre, pero Calderón la revive con otros temas como la lucha de la libertad contra el destino y la trascendencia simbólica. Aparecen también unos personajes que llegan a representar a toda la condición humana.

Su densidad filosófica y simbólica, sus soluciones teológicas, su sentido moral, jurídico y político, hacen que sea la obra más comentada de la literatura española, a excepción de “El Quijote”, de Cervantes. Goethe consideraba a Calderón el gran genio del teatro y Shelley vio en Calderón al poeta dramático y lírico más grande. Calderón es el dramaturgo por excelencia del barroco español.
El sentido teológico y metafísico de su tiempo informa todas sus obras, donde aúna la fe y la razón, y, sin embargo, su debate entre deseos y terrores que el verbo intenta vanamente comprender remite al presente. El personaje más universal de Calderón de la Barca es el desgarrado Segismundo de “La vida es sueño”, considerada como la cumbre del teatro calderoniano.

Esta obra, paradigma del género de comedias filosóficas, recoge y dramatiza las cuestiones más trascendentales de su época: el poder de la voluntad frente al destino, el escepticismo ante las apariencias sensibles, la precariedad de la existencia, considerada como un simple sueño y, en fin, la consoladora idea de que, incluso en sueños, se puede todavía hacer el bien.
“La vida es sueño” explica la desafortunada vida de un príncipe de Polonia que ha sido condenado por su padre a vivir prisionero en las mazmorras de un castillo. El rey de Polonia, Basilio, es muy propenso a creer en la astrología y consultándola concluye que el niño le destronará. Decide entonces encerrar a su hijo en un castillo apartado. El joven príncipe vive durante años sólo y encadenado, sin saber nada de su origen ni de su destino.

Pasa el tiempo, y el rey desea poner su hijo a prueba para ver si es digno del trono. Con este propósito le dan un narcótico y lo llevan a palacio, cuando Segismundo despierta comprueba con sus propios ojos todo el lujo que existe a su alrededor, queda anonadado y llega a pensar que tal vez se trate sólo de un sueño. El príncipe Segismundo se entera que es hijo del rey, al conocer la injusticia de la que había sido víctima, reacciona de forma violenta.
Basilio piensa que las predicciones se están cumpliendo y vuelve a encarcelar a su hijo. Cuando Segismundo despierta en prisión cree definitivamente que todo aquello había sido un sueño. Pero el pueblo, al saber que su príncipe se halla prisionero, se rebela contra el rey y libera a un Segismundo que se considera merecedor del trono. Ya en libertad el joven se enfrenta a su padre y triunfa.

Se cumple, así, el pronóstico del horóscopo. No obstante, con todo lo que ha sufrido y aprendido de la vida, Segismundo es generoso y bueno con el rey Basilio, así que lo perdona y restablece la justicia del reino. Los infortunios de Rosaura y el príncipe son paralelos y sus destinos se entrelazan en diferentes situaciones que viven para crear un lazo entre los distintos sueños de Segismundo.
Rosaura le da al príncipe las fuerzas necesarias para su superación humana y su victoria sobre el destino. El desarrollo del drama acaba concluyendo que el hombre es un ser libre capaz de vencer sus instintos y escoger su camino de forma adecuada. La fantástica relación de la vida con un sueño se puede comparar con el tópico de la fantasía y de la realidad, de lo aparente y de lo auténtico.

El éxito de esta obra se debe fundamentalmente al talento de su autor y al gran interés de los temas universales de la condición humana que nunca pasan de moda. “¿Qué es la vida? Un frenesí, ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción, y el mayor bien es pequeño, que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son”
El príncipe Segismundo de “La vida es sueño” y el príncipe Henryk de “El casamiento” siguen caminos algo diferentes pero ninguno de los dos distingue en sus historias si son verdaderamente reales o están dictadas tan sólo por los sueños. “El casamiento” representa la teatralidad de la existencia, una realidad creada a través de la forma y de los sueños que se vuelve contra Henryk y lo destruye. En esta obra Gombrowicz le abre la puerta a sus percepciones proféticas.

Es el sueño sobre una ceremonia religiosa y metafísica que se celebra en un futuro trágico en el que el hombre advierte con horror que se está formando a sí mismo de un modo imprevisible como un acorde disonante entre el individuo y la forma. Si no hay Dios, entonces los valores nacen entre los hombres. Pero el reinado de Henryk sobre los hombres tiene que hacerse real, las necesidades formales de la acción para hacerlo un rey verdadero terminan por derrumbarlo y toda la transmutación fracasa.
Henryk ha recibido un zarpazo de Dios. En esta pieza de teatro se cuenta el sueño de un soldado polaco alistado en el ejército francés que está peleando contra los alemanes en algún lugar de Francia. Durante el sueño se le abren paso las preocupaciones que tiene por su familia perdida en alguna de las provincias profundas de Polonia y se le despiertan los temores del hombre contemporáneo a caballo de dos épocas. Henryk ve surgir de ese mundo onírico a su casa natal en Polonia, a sus padres y a su novia.

Los sueños y el yo son ideas poderosas, son el origen de todas las cosas, y también son ideas poderosas por la grandeza que pueden alcanzar en la forma de una personalidad. Que el yo y los sueños sean el origen de todas las cosas es una cuestión a la que le sale al paso Martín Buber cuando Gombrowicz le manda “El casamiento”.
La tragedia sólo es posible si hay por lo menos dos personas, si existe un antagonismo real entre dos personas diferentes, ajenas una a la otra, que por esa diferencia se pueden destruir mutuamente. Pero si lo que ocurre, ocurre entre una persona y un mundo de sueños cuya existencia está tan solo en el poder de su imaginación, el resultado puede ser irónico o paradójico, satírico o burlesco, todo menos dramático, pues no existe drama donde la resistencia del otro no es real y existe sólo en la región del sueño.

Pero el sueño de “El casamiento”, según lo ve Gombrowicz, es un sueño sobre la realidad, y los miedos que enfrenta el protagonista provienen de un contacto real con la vida, aunque sea un contacto con personas creadas por su imaginación en la esfera de los sueños. Los hombres independientes no existen, y nuestras ideas y sentimientos no vienen de nosotros mismos, se forman entre los hombres, en la esfera peligrosa y poco conocida de la forma y de los sueños.



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