domingo, 27 de septiembre de 2009

GOMBROWICZIDAS: WITOLD GOMBROWICZ, PLATÓN Y ARISTÓTELES


JUAN CARLOS GÓMEZ GOMBROWICZIDAS

WITOLD GOMBROWICZ, PLATÓN Y ARISTÓTELES

En la imagen aparece un detalle de “La Escuela de Atenas”, uno de los más famosos frescos que Rafael pintó para decorar las estancias del Vaticano. Presiden el inmenso fresco Platón y Aristóteles, dialogando y sosteniendo cada uno de ellos una de sus obras (El Timeo y la Ética); en el conjunto del fresco están representados otros filósofos y eruditos griegos.
El gesto de Platón, señalando hacia el cielo (el idealismo platónico) parece ser contradicho por el de Aristóteles. Es, naturalmente, una recreación fantasiosa de lo que pudo haber sido la Academia de Platón.
“El desgarramiento más profundo del hombre, su herida sangrante, es justamente esto: subjetivismo u objetivismo. Es lo fundamental. Lo desesperante (...)”

“La relación del sujeto con el objeto, es decir, de la conciencia con el objeto de la conciencia, es el punto de partida del pensamiento filosófico. Imaginemos que el mundo se reduce a un único objeto. Si no hubiese nadie para tomar conciencia de la existencia de ese objeto, éste no existiría. La conciencia está más allá de todo, es definitiva, soy consciente de mis pensamientos, de mi cuerpo, de mis impresiones, de mis sensaciones, y por eso, para mí, todo esto existe (...)”
“Ya en su mismo inicio, en Platón y en Aristóteles, el pensamiento se divide en pensamiento subjetivo y objetivo. Aristóteles, a través de Santo Tomás de Aquino, llega por distintas vías a nuestro tiempo, mientras que Platón llega a través de San Agustín y de Descartes (...)”

“Y también a través de la deslumbrante explosión de la crítica de Kant y de la línea del idealismo alemán que se origina en ella, a través de Fichte, Schelling, Hegel, a través de la fenomenología husserliana y el existencialismo, llega a una gran eclosión superior a la de sus inicios (...) ¿Queréis encontrar subjetivismo y objetivismo en las artes plásticas? Mirad. ¿No es el renacimiento objetivismo y el barroco subjetivismo? En la música, Beethoven es subjetivo y Bach objetivo (...)”
“¡Qué grandes hombres no se pronunciaron a favor del subjetivismo! Artistas, pensadores como Montaigne o Nietzsche..., y si quisierais ver hasta qué punto este desdoblamiento sigue sangrando, leed las dramáticas páginas de “El ser y la nada” que Sartre dedica a una cuestión realmente insólita: ¿existen otros aparte de mí?”

Después de recibir el Premio Internacional de Literatura Gombrowicz empezó a golpear a los polacos a la derecha y a la izquierda. Especialmente atormentaba a los polacos londinenses de la revista “Wiadomosci”, a los que trataba como a un nido de víboras. Los amigos le reprochaban que se pusiera a discutir con cualquiera, pero a él le gustaba aporrearse con el primero que se le cruzaba en el camino.
De esta manera se disipa la superioridad artificial del escritor, desaparece la distancia que lo protege de los lectores, y se manifiesta con crueldad la superioridad esencial y la inferioridad real. El juicio del inferior hiere y duele, y no es verdad que a los escritores no les importe en absoluto. El hombre sólo puede ver el mundo con sus propios ojos y pensar con su propia razón, de modo que debe considerar que su juicio siempre es el mejor.

Aún si reconociera la superioridad de las ideas de Einstein, para poner un ejemplo, y siempre que no sea un experto en la materia, sólo lo haría en el carácter de que es él mismo el que le da crédito a los especialistas que opinan así, y también en este caso su juicio sería el superior. El hecho de hacernos el centro del mundo choca de manera evidente con el objetivismo que reconoce mundos y puntos de vista ajenos.
La contradicción entre el subjetivismo y el objetivismo es fundamental. La relación entre el sujeto y objeto, es decir, entre la conciencia y el objeto de la conciencia, es el punto de partida del pensamiento filosófico moderno. A juicio de Gombrowicz, Platón y Aristóteles debutan con el pensamiento subjetivo y objetivo. El pensamiento objetivo llega hasta nuestros días en el marxismo y el catolicismo.

Es Sartre el que se pregunta si existen los otros aparte de uno mismo. Es una cuestión realmente insólita porque la existencia de los otros es la más evidente y la más tangible de las realidades. Pero para Sartre la existencia del otro es inaceptable, y en esto poco importa su marxismo, pues el hombre es una conciencia pura; si admitiera que el otro es también una conciencia, esa conciencia lo convertiría en objeto.
Gombrowicz tiene la costumbre de liquidar las relaciones de Sartre con el marxismo de una manera rápida, pero en cuanto a la subjetividad y a la objetividad se refiere el asunto no es tan sencillo. “Crítica de la razón dialéctica” es una obra abstracta y difícil de leer, es un intento de clarificación de las relaciones entre el existencialismo y el marxismo, y yo quería que Gombrowicz me ayudara a pensar en este asunto porque las idas y vueltas de Sartre con el comunismo no tenían fin.

La cuestión es que en este libro Sartre designa al marxismo como la filosofía insuperable de nuestro tiempo, y que lo seguirá siendo hasta que la situación histórica y económica que expresa haya sido superada. Pero si el marxismo es la filosofía insuperable de nuestro tiempo, ¿cuál es, entonces, la razón de ser del existencialismo de Sartre?
Para los filósofos comunistas el existencialismo traduce la decadencia burguesa en un escape de lo real, en el aislamiento del individuo, en la afirmación de la autonomía absoluta del ego y de su superioridad al mundo. Sartre, en cambio, está convencido de que el marxismo ofrece la única interpretación válida de la historia, pero que su existencialismo es el único camino que conduce a la realidad concreta.

Sobre esta base le hace al comunismo la acusación de que hay dos maneras de caer en el idealismo: una consiste en disolver lo real en la subjetividad; la otra, en negar toda subjetividad real en beneficio de la objetividad. Ambos se acusan de idealismo, pero Sartre acepta sin restricciones el materialismo histórico, es decir, que el modo de producción de la vida material domina, en general, el desarrollo de la vida social, política e intelectual.
El salto del reino de la necesidad a un reino de la libertad, que Marx y Engels anunciaron como un ideal futuro, marcará, según Sartre, el fin del marxismo y el principio de una filosofía de la libertad. Pero este futuro está lejano y, mientras tanto, el marxismo, para no degenerar en una antropología inhumana, debe ser complementado por el existencialismo sartriano, que le proporciona su fundamento subjetivo, humano y existencial.

“A los ignorantes, para quienes la filosofía es un cúmulo de desatinos, porque no entienden nada, me permito llamar su atención diciéndoles que es sobre una contradicción análoga que, por ejemplo, los físicos se rompen la cabeza (la teoría ondulatoria y corpuscular de la luz, la concepción dual del electrón, el continuo de Einstein y la teoría de Planck)”
Gombrowicz tiene la costumbre de volver dramáticas las contradicciones entre los corpúsculos y las ondas, pero el asunto no es tan trágico, todo depende del aparato con el que se observe el fenómeno. Tampoco es cierta la creencia de que la física es tan solo un conocimiento objetivo, si bien es cierto que sus objetos son muy distintos de aquellos de los que se ocupan Gombrowicz y Sartre.

Sir Arthur Eddington, el inglés que tuvo la ocurrencia de contar el número de partículas que tiene el universo, piensa que una cosa es, para la mente humana, obtener, estudiando los fenómenos naturales, las leyes que la mente misma ha colocado ahí, y puede ser otra cosa mucho más difícil encontrar leyes sobre las que no se tiene ningún control, y hasta es posible que las leyes que no tiene su origen en la mente sean irracionales, y puede ser que no podamos nunca llegar a formularlas.
Y llevado por las alas del subjetivismo Gombrowicz se refiere seguidamente a la intencionalidad de la conciencia, pues la conciencia es siempre conciencia de algo, y entre la conciencia y ese algo hay siempre una contradicción que nos impide aprehender la esencia de lo humano.

“Así se presenta a grandes rasgos el problema del subjetivismo, que para muchas cabezas huecas no es más que una contemplación egoísta del propio ombligo y un conjunto de turbiedades”
La batalla contra el marxismo es la batalla entre el subjetivismo y el objetivismo, puesto que el marxismo quiere ser una ciencia. Pero ni la ciencia es tan objetiva, ni el marxismo es tan científico. Después de Kant el objetivismo recibió una paliza terrible de la que todavía no ha logrado recuperarse. Una cosa en la que sí están de acuerdo Gombrowicz y Sartre es en que ambos desprecian a la ciencia, aunque Sartre la desprecia un poco más.



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