martes, 22 de septiembre de 2009

GOMBROWICZIDAS: WITOLD GOMBROWICZ Y EL ORATE EMPOBRECIDO



JUAN CARLOS GÓMEZ GOMBROWICZIDAS

WITOLD GOMBROWICZ Y EL ORATE EMPOBRECIDO

Al conocimiento se le levantan unas barreras infranqueables que le impiden desarrollar su actividad principal que es la de conocer. Son unos velos pesados que caen delante del entendimiento y nos impiden el acceso al ser y a las cosas. El que le puso el punto final al impedimento de acceder al noúmeno con la razón fue Kant al que le siguieron todos los filósofos siendo Sartre el más connotado de todos por haber andado a los golapazos con el ser-en-sí.
Acorralados de esta manera, el conocimiento, el entendimiento y la razón se dirigieron a las cosas a ver si por ahí tenían algo de comer pero resultó ser que tampoco podían acceder a las leyes de la naturaleza, sólo podían acceder a su apariencia. Cuando Einstein declaró que el cosmos es como un reloj del que sólo conocemos el movimiento de las agujas pero no su mecanismo, se le cerró el camino al entendimiento.

De tal modo todo lo que existe se ha convertido en una gigantesca caja negra en la que por una puerta entran cosas y por otra salen transformadas pero no sabemos el porqué. Puesto que las editoriales están en el mundo también deben ser pequeñas cajas negras para las que he construido un modelo binario con el propósito de restringir la incertidumbre.
El libro puede ser bueno o malo, el libro puede dar ganancia o pérdida, nada más, el regular y el resultado cero quedan excluidos de este modelo. El análisis combinatorio nos permite calcular que con cuatro elementos tomados de a dos se pueden formar cuatro conjuntos cuando el conjunto (A-B) es equivalente al conjunto (B-A), a saber: es bueno y da pérdida; es bueno y da ganancia; es malo y da pérdida; es malo y da ganancia.

La primera cuestión que tenemos que analizar es si lo editores están en condiciones de saber si un libro es bueno o malo, pero sea que estén o que no estén en condiciones da igual porque son ellos mismos quienes lo deciden. La segunda, si están en condiciones de saber si da pérdida o ganancia, tiene la misma respuesta que la primera cuestión. Los conjuntos (bueno-ganancia), (malo-ganancia) se aprueban de inmediato pues los números y el dinero gobiernan el mundo. La salida de la caja negra salvo raras excepciones ha sido entonces hasta ahora para mí, poniendo entre paréntesis las razones esgrimidas por lo editores, un par de conjuntos: (malo-pérdida), (bueno-pérdida). Y esto es todo, la caja negra de los Protoseres no tiene otra respuesta binaria para mí.

El Pato Criollo construyó un modelo en “El mago” según el cual cualesquiera sea el conjunto de salida de la caja negra, el editor edita, pero yo no estoy de acuerdo con ese modelo, es inconsistente. Dediqué horas enteras a estudiar el tipo de las relaciones que me vinculan a los editores, comparé a las editoriales con cajas negras, y analicé el comportamiento de los editores y de sus auxiliares llamados lectores a los que motejé de Pulgones.
Asocié los extremos de la conducta de los Protoseres al comportamiento de los asesinos seriales y de los rufianes melancólicos y determiné que su naturaleza sólo alcanza un desarrollo que no pasa del nivel de los seres en estado de formación y por eso los llamé Protoseres.

Dividí en cinco grupos las técnicas que utilizan los editores para contrariar a los autores y, en fin, estos personajes vinculados a la actividad de escribir desde hace tantos siglos terminaron por hacerme perder la paciencia y el humor. El orgasmo de los Protoseres se produce cuando los libros se venden, sin importar en absoluto si son buenos o son malos, ésa es una cuestión que dejó de interesarles hace mucho tiempo.
Después de haber meditado hondamente en la verdadera naturaleza de los Protoseres, de los Pulgones y de la caja negra tuve el convencimiento de que había agotado el tema, sin embargo, algunos acontecimientos recientes me han demostrado que no, que a todo hay quien gane. Hace aproximadamente un mes el Orate Empobrecido me propuso editar un libro sobre la base de los gombrowiczidas, proposición que acepté inmediatamente.

Sin embargo, después del entusiasmo inicial, me asaltaron algunas dudas sobre las reales condiciones de equilibrio de este Protoser, de modo que le pedí opinión a un psiquiatra amigo.
“Gómez: el primer mensaje parece serio para un editor, ahora el 2º no sé, medio raro, ¿no?, a mí me pareció siempre que los gombrowiczidas deberían publicarse en papel, vos evaluarás la posibilidad de comerte, o no, algunos juicios. Tal vez deberías hacer una selección. No sé Goma, a veces la gente delirante es buena en los negocios, lo importante es que sepa vender, no que sea fan de WG. Si indagás cual medicación dejó de tomar podría decirte de qué sufre, como hipótesis de máxima, aparentemente es un psicótico compensado, como hipótesis de mínima un desubicado impertinente. Pero en el capitalismo todo es honorable si sirve para producir dinero”

En cierto momento en que mi relación con el Orate Empobrecido se había puesto un tanto confusa me manifestó sus temores de que le pasara a él lo mismo que le había pasado a Huston con Sartre. Huston le había pedido a Sartre un guión para hacer una película sobre Freud. Le propuso una cifra astronómica de honorarios y el contrato se concertó.
Pero Huston quería hacer una intriga policiaca al estilo Hollywood, presentar a un Freud en el momento en que comienza a experimentar con la hipnosis. Sartre se leyó la biografía sobre Freud de Ernest Jones y algunas de las obras del propio Freud y presentó un largo guión que evaluado por Huston arrojó que daría para un filme de cinco horas de duración.

Huston le devolvió el libreto con la recomendación de que lo hiciera más breve y práctico a los fines de la producción. Sartre trabajó arduamente durante varios meses y cuando le entregó el nuevo guión a Huston el filme ahora duraba ocho horas. Huston entregó el libreto a dos profesionales para reducirlo a dimensiones más realizables. Cuando Sartre lo supo se enojó y exigió que su nombre fuese retirado de los créditos.
Nunca vio el filme de Huston. Para hacer desaparecer el temor que lo había asaltado al Orate Empobrecido le pedí que le pusiera límites al trabajo, como modo de evitar el problema que se había suscitado entre Huston y Sartre.
“420.000-450.000 caracteres con espacios va a estar bien, más o menos 100.000 palabras (...)”

“Yo lo adapto para un libro de 352 páginas de texto y 32 de imágenes. Es un boceto, porque me apurás, mientras preparo los ravioli del domingo, me apurás, y tengo que ponerme a hacer cálculos a las 12.20 del domingo. Entendeme, Goma, estamos hablando de una biografía que debe ajustarse al canon, lamentablemente: nació.....////fue al mercado: compro la mortaja /////lo enterraron. Es así. Vos después laburalo como quieras, pero la vida, ya sabemos es un camino, con etapas, ¿no? quiero que lo que venís contando lo organices en esa línea cronológica y me cuentes las etapas, comprendeme”
Llegados a este punto le di mi acuerdo, le pedí una fecha para la firma del contrato y la percepción de un anticipo, siguiendo la línea Huston-Sartre. Y cuando ya me estaba preparando para suspender la preparación de gombrowiczidas, una suspensión necesaria para poder cerrar el libro, el Orate Empobrecido me escribió que por el momento no tenía dinero disponible.





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